Hoy vuelvo a mi faceta de escritora y blogger, recuperando la esencia de este blog. Por tanto, vuelvo a compartir reflexiones sobre coaching, liderazgo y la era digital… y precisamente, en este sentido, recientemente he estado reflexionando sobre el papel del “coach”.
Estamos en este famoso mundo VUCA, la cuarta revolución industrial, digitalización… en definitiva, un mundo donde todo va rápido, donde todo cambia, donde necesitamos tomar decisiones en la ambigüedad, donde cada día tenemos que aprender algo nuevo, estando atentos a nuevas formas de hacer negocios, de relacionarnos, de los cambios en tecnología… para ser efectivos. Parece un momento algo frenético para generaciones algo mayores pero, viendo las nuevas generaciones descubrimos rápidamente que para ellos, esto es algo “normal”. En este momento de caos, rapidez, del valor de lo efímero, de inestabilidad… he redescubierto el valor del coach como “escuchador” profesional.
Muchos directivos ahora mismo están preocupados por cómo enfrentarse a estos cambios. Piden ayuda de un buen “coach” para poder “personalizar” su desarrollo, siendo más efectivos. Y, en estas sesiones, lo que he descubierto, es que lo que tiene valor es “escuchar”.
Qué contradictorio. Pensamos en el futuro, y la clave está en una esencia básica de los seres humanos: A las personas nos gusta “hablar” y comunicarnos. Y también, nos reconforta “sentirnos escuchados”.
La sesión se desenvuelve con la máxima efectividad. El directivo se siente “escuchado” y el “coach” sabe escuchar. A partir de aquí se determina de forma efectiva un plan de acción personalizado y adaptado al mundo digital actual.
El coachee me dice: “Gracias por escucharme, hacía años que nadie me escuchaba tanto tiempo” – y sólo habían pasado 90 minutos desde el inicio de la sesión.
Y yo me pregunto… ¿y si en este mundo rápido y efímero, nos escucháramos más?