Esta mañana he tenido una buena sesión de “prueba de entrevista” (mock interview) con un estudiante. Considero que ha sido una buena entrevista porque, después de hacer las preguntas y oír sus respuestas, he tenido la sensación que lo que me ha contado es “genuino y honesto”. Sin duda, sería uno de los candidatos que pasaría mi criba particular en una entrevista real.
Sin embargo, muy a menudo veo candidatos que se empeñan por interpretar un papel en la entrevista. ¿Por qué no suele ser una buena idea? Os doy 3 razones básicas para ser tú mismo y olvidarte de actuar para convencer a un potencial empleador:
- Siendo tú mismo, siempre serás coherente. Si intentas explicar cosas que no son totalmente ciertas puedes caer en el error de contradecirte posteriormente. Si nunca faltas a la verdad, podrás estar tranquilo con tus argumentos porque lo que dices es lo que sientes. Los entrevistadores tienen mucha experiencia analizando personas rápidamente. Si confirmas con palabras lo que el entrevistador ya “intuye” de ti, le darás muchos motivos para seleccionarte para una siguiente fase en el proceso de selección.
- Si haces ver que te gusta algo cuando no es verdad, el peligro es que te hagan hacer “eso” y te aburras enormemente o te sientas frustrado profesionalmente.
- Si pretendes que eres bueno en una determinada habilidad y luego no lo eres, puede ser que no superes el período de prueba porque no has sido capaz de demostrar tu valía en el puesto de trabajo “efectivo”, y que pierdas credibilidad profesional por ese motivo. Además, otras personas habrán puesto grandes expectativas sobre ti que no se verán cumplidas.
A pesar de estos puntos, no hay que ser extremadamente transparente durante una entrevista. Detalles de fracasos, expandirte demasiado en malos momentos profesionales o hablar durante mucho tiempo sobre tus puntos débiles no suele ser una buena idea.
Mi recomendación:
Honestidad: siempre.
Transparencia: no siempre necesaria.