Hoy estaba pensando en uno de los últimos candidatos que he entrevistado. De forma proactiva, me ha entregado varias cartas de recomendación. Durante la entrevista. Y, me he dicho… ¿por qué no hay tantos candidatos que entregan cartas de recomendación?
De hecho, no es nada habitual. Los candidatos vienen a la entrevista, cuentan sus experiencia profesionales de forma positiva y se van. Y está muy bien pero… ¿qué pasaría si, además, todos esos candidatos me dieran “pruebas adicionales” de lo positivas que fueron sus experiencias pasadas?
Los candidatos se olvidan que su objetivo es la diferenciación. Tienes que decirme que eres distinto. Que tú vales por lo que tú eres. Que además, aunque tu experiencia y formación es parecida al candidato que acabo de entrevistar, tú aportas algo distinto. Y, ¿cómo puedes decirme eso? Una manera es, como este candidato, entregándome varias cartas de recomendación.
Me las leo.
Un jefe, entusiasta, me enumera sus funciones y sus logros. Me destaca dos habilidades que considero claves para el proceso, que también he visto en la entrevista.
Otro jefe me comenta lo bueno que es el candidato en otro entorno de trabajo totalmente distinto.
Y otro jefe, que dice que lo volvería a contratar si pudiera.
Muy bien candidato. ¡Has conseguido diferenciarte!
Pasas a la siguiente fase.
(Comprobaremos las referencias)
Las cartas de recomendación me parecen un anacronismo y salvo que conozcas mucho a quien la ha escrito no deberían ser tomadas en cuenta.
Son muchas las cosas que mueven a escribir una carta de recomendación: como parte del finiquito del fin de contrato.
Ayudar a la persona que ha perdido su trabajo. Incluso facilitar la marcha a un trabajador del que te quieres librar.
Esto es real y lo viví en primera persona. Un viejo amigo mío y mal compañero de trabajo. Cuando cambió de trabajo me enseño con mucha ironía la estupenda carta de recomendación que obtuvo de su jefe. Y luego me comentó, con orgullo, lo que le dijo su jefe cuando se fue: “Ojalá en tu nuevo trabajo encuentres a alguien tan h….p…. como tú”.
¡¡¡Y llevaba una flamante carta de recomendación!!!
También conozco a su jefe y me parece una buena persona por lo me imagino lo harto de debía de estar para llegar a decir eso.
Y también he de decir que más de una vez le dije a este amigo: “El día que trabajemos juntos tú y yo, perdemos las amistades”.
Estoy de acuerdo con Juanma, además muchas cartas son estandarizadas, poco personalizadas y muchas veceses un intento de conseguir algo más de la empresa de donde sales o te obligan a salir. A mí cuando alguien me pide una carta de recomendación lo primero que le comento es que tengo una estandar que es muy neutra y que se la puedo entregar sin ningún problema, pero que prefiero darle mi dirección de correo para que cuando, realmente la necesite por que está en un proceso de selección, me lo comente para enviarle una más personalizada y adecuada al puesto al que opta.
Tiene mérito publicar posts tan a menudo y que sigan siendo interesantes!
Un saludo!
.. yo tampoco soy muy fan de las cartas de recomendación, pienso que introducen más sesgo en el perfil del candidato que aclaración, además de las sorpresas que te llevas cuando las verificas.
Sin embargo, en otros países las cosas se ven de distinta manera, estuve trabajando durante 6 años en una multinacional suiza, allí es obligatorio que cuando un empleado deja la empresa, o incluso cuando se mueve a otra posición dentro de la misma, su jefe directo está obligado a redactar una carta donde se identifiquen las vírtudes (y nunca los ‘defectos’) del mismo.
De esta forma todo el mundo está más o menos obligado a presentar siempre sus cartas de recomendación en los procesos de selección a los que se presenta, muy al hilo de lo que plantea Mayte.
Un saludo
Hugo
Caben varios puntos de vista sobre las cartas de recomendación, ciertamente. Pero está claro que si las cartas parecen neutrales como menciona Juli, no serán tomadas en cuenta (o tal vez sí con otro criterio) y las que parezcan auténticas, se evaluarán en la siguiente fase del proceso.
Lo que sí está claro, es que hay que diferenciarse del resto. Y una buena forma es este tipo de buenas referencias y otras, pero hay que diferenciarse, dar a conocer nuestro valor añadido.
Gracias Maite, muy bueno recordarlo.
Un abrazo,
J. César