Un viejo conocido tenía grandes perspectivas cuando empezó la carrera. Una notas excelentes le permitieron escoger carrera. Se decidió por telecomunicaciones y se graduó con un buen expediente. Empezó a buscar trabajo. Nada. Después de un tiempo, unas prácticas, mal remuneradas. ‘Igual es que no sirvo’… Siguió buscando. Nada. Alguna entrevista hizo, le ofrecían 500 euros al mes por un puesto que requería dedicación de lunes a sábado…
Y cada vez pensaba que ‘valía menos’. Empezaba a olvidar lo bien que le habían ido los estudios. E incluso a veces se había sentido ‘afortunado’ por haber tenido la posibilidad de tener un ‘sueldo’, aunque fuera de 500 euros. Sus amigos no tenían trabajo. Se dio cuenta que cada vez, ‘él valía menos’ y, además, era evidente que nadie le apreciaba profesionalmente porque, después de 15 meses, seguía buscando.
Un día, decidió probar fortuna, cambiar su rumbo, e irse a Londres, donde tenía un amigo que se había instalado hacía 3 meses. Una vez allí, rehizo su CV y lo envió a varias empresas… Le llamaron. Tuvo la oportunidad de explicar lo bueno que “era” (todavía!). Le escucharon, le apreciaron,… Muchas veces. Cada vez se sentía más seguro de sí mismo. Consiguió un trabajo. 2.000 euros netos al mes. Conoció a nuevos compañeros que, a pesar de ser de otros países, eran “iguales que él profesionalmente”. Nunca se sintió inferior.
Y qué te impide a ti ser el protagonista de esta historia? La autoestima se alimenta de cada día, cada momento, de cómo te sientes y cómo te hacen sentir. Si aquí no paras de oír que no vales, sabes que no te aprecian, te sientes humillado por tus condiciones y… no hay nada que te lo impida…
Buen viaje. A por tus sueños.