Ésta es la pregunta que me hizo un buen amigo el otro día. Queríamos quedar para comer pero los restaurantes estaban cerrados. Me sugirió coger comida para llevar, sentarnos en un parque, y hablar… al principio pensé que igual era un poco raro pero luego pensé… bueno, probemos.
Ayer, de nuevo, queríamos tomar un café y comentar las reuniones de la mañana con un compañero de trabajo, pero no podemos tomarlo en la cafetería. Me pregunta: ¿Quieres que demos un paseo mientras nos tomamos el café? Y así hacemos. Nos toma un tiempo encontrar una cafetería abierta. Cuando la encontramos, nos llevamos los cafés y seguimos caminando, casi “sin rumbo”. Nos tomamos media hora, despachamos los temas importantes de la mañana y comentamos los siguientes pasos.
¡Qué agradable estirar las piernas a mediodía y salir de la oficina! ¡Qué bien apreciar estos momentos! El día de la comida en el parque, me di cuenta que nunca había comido en un parque cerca de la oficina. Casi tres años allí. NUNCA había ido al parque que queda a cinco minutos. Nunca había pensado que podía pasear, charlar y disfrutar del sol durante la jornada laboral. Nunca había pensado que podía quedar con alguien que no veía hace tiempo y hacer una actividad “diferente”, en plan picnic, mientras nos poníamos al día. Ayer también fue mi primer café con paseo, después de comer. Y lo disfruté mucho. Tomar media horita para comentar temas de trabajo mientras te da el aire exterior.
Y, en ambos casos, vuelves a trabajar por la tarde renovado. Pilas cargadas. La sensación de haber hecho algo más que trabajar. La sensación de haberte llevado algo “más” del día, de haber podido pasear, disfrutar, sentir el calorcito de los rayos de sol… y de paso, haber despachado los temas de trabajo de una forma mucho más placentera.
Yo creo que al final, le tendré que agradecer muchas cosas al Covid.
¿Y vosotros?